Mi siervo Caleb piensa diferente
y me sigue radicalmente.
Números 1424 (NCV)
Piensen en ustedes de la misma
manera que Cristo Jesús pensó de sí.
Filipenses 25 (Msg)
El servicio empieza en su mente.
Ser siervo requiere un cambio mental, un cambio en sus actitudes. Dios siempre está
más interesado en por qué hacemos algo que en lo que hacemos. Las actitudes cuentan más
que los logros. El rey Amasías perdió el favor de Dios porque “él hizo lo correcto en los ojos del
Señor, pero no con un verdadero corazón.” 1 Los siervos genuinos sirven a Dios con una mentalidad
que tiene cinco actitudes.
Los siervos piensan más en otros que en sí mismos. Los siervos se enfocan en otros,
no en ellos mismos. Esta es la verdadera humildad: no que pensemos menos de nosotros
mismos sino que pensemos menos en nosotros mismos. Se olvidan de sí mismos. Pablo dijo,
“Olvídense de ustedes mismos por un tiempo para que extiendan una mano ayudadora.” 2 Esto es lo
que significa “perder la vida” – olvidarse de usted mismo en el servicio de otros. Cuando dejamos
de enfocarnos en nuestras propias necesidades, nos hacemos conscientes de las necesidades
a nuestro alrededor.
Jesús “se vació de sí mismo al tomar la forma de un siervo.” 3 ¿Cuándo fue la última vez
que usted se vació de usted mismo para el beneficio de otro? No puede ser un siervo si está
lleno de sí mismo. Es sólo cuando nos olvidamos de nosotros mismos que hacemos las cosas
que merecen ser recordadas.
Desgraciadamente, bastante del servicio que hacemos es a menudo para servirnos a nosotros mismos. Servimos para hacer que le gustemos a otros, para ser admirados o para lograr
nuestras metas. Eso es manipulación, no ministerio. Mientras servimos así, lo que hacemos
en realidad es sólo pensar en nosotros mismos todo el tiempo, qué noble y qué maravillosos
que somos. Algunas personas tratan de usar su servicio como un instrumento para
hacer tratos con Dios: “Dios, haré esto por ti, si haces esto por mí.” Los siervos genuinos no
tratan de usar a Dios para sus propios propósitos. Dejan que Dios los use para Sus propósitos.
Esta capacidad de olvidarnos de nosotros mismos, como la fidelidad, es extremadamente
rara. De todas las personas que Pablo conocía, Timoteo fue el único ejemplo que Pablo
podía dar. 4 Pensar como siervo es difícil porque reta el problema básico de mi vida: soy, por
naturaleza, egoísta. En lo que más pienso es yo. Por eso es que la humildad es una lucha diaria,
una lección que tengo que aprender una y otra vez. Las oportunidades de ser siervo me
confrontan docenas de veces al día, en las que se me da la escogencia de decidir entre satisfacer
mis necesidades o las necesidades de otros. Negarse a uno mismo es el centro de lo que
significa ser un siervo.
Podemos medir nuestro corazón de siervo por medio de cómo respondemos cuando
otros nos tratan como siervos. ¿Cómo reacciona cuando lo ignoran o le dan órdenes o lo tratan
como inferior? La Biblia dice, “Si alguien se aprovecha injustamente de ustedes, usen la ocasión
para practicar la vida de siervo.” 5
Los siervos piensan como administradores, no como dueños. Los siervos recuerdan
que Dios es el dueño de todo. En la Biblia, un mayordomo era un siervo encargado de administrar
toda una hacienda. José fue esa clase de siervo cuando era prisionero en Egipto. Potifar
puso a José encargado de toda su casa. Después el carcelero puso a José encargado de la
cárcel. Eventualmente el faraón puso a José encargado de toda la nación. El servicio y la administración
van juntos, 6 ya que Dios tiene la expectación de que seamos dignos de confianza
en ambos. La Biblia dice, “La cosa más importante que se requiere de tales siervos es que sean fieles
a su dueño.” 7 ¿Cómo está administrando los recursos que Dios le ha encargado?
Para hacerse un siervo genuino tendrá que resolver el asunto del dinero en su vida. Jesús
dijo, “Ningún siervo puede servir a dos señores... no puede servir a Dios y al Dinero.” 8 El no dijo,
“No debería” sino que “No puede.” Es imposible. Vivir para el ministerio y vivir para el dinero
son dos metas que se excluyen mutuamente. ¿Cuál va a escoger? Si es un siervo de Dios,
no puede pasarse todo su tiempo ganando dinero. Todo su tiempo le pertenece a Dios. El insiste
en una lealtad exclusiva, no en una fidelidad parcial.
El dinero tiene el mayor potencial de reemplazar a Dios en su vida. Más personas son
desviadas del servicio por el materialismo que por un ninguna otra cosa. Dicen, “Después
que logre mis metas financieras, voy a servir a Dios.” Esta es una absurda decisión que lamentarán por la eternidad. Cuando Jesús es su Señor, el dinero es su siervo, pero si el dinero
es su Señor, se hace su esclavo. La riqueza ciertamente no es pecado, pero fallar en usarla para
la gloria de Dios sí lo es. Los siervos de Dios siempre están más preocupados por el
ministerio que por el dinero.
La Biblia es muy clara: Dios usa el dinero para probar su fidelidad como siervo. Por
eso es que Jesús habló más del dinero que del cielo o del infierno. Él dijo, “Si no han sido dignos
de confianza en el uso de las riquezas del mundo, ¿quién confiará en ustedes con las verdaderas riquezas?
9 Cómo administra su dinero afecta cuánto Dios bendice su vida.
En el capítulo 31 mencioné que hay dos clases de personas: Edificadores del Reino y
Edificadores de Riquezas. Ambos son dotados para hacer crecer un negocio, conseguir contratos
o ventas y producir ganancias. Los Edificadores de Riquezas continúan amasando riquezas
para ellos mismos no importa cuanto ganen; pero los Edificadores del Reino cambian
las reglas del juego. Siguen tratando de hacer todo el dinero que puedan, pero lo hacen para
compartirlo. Usan sus riquezas para financiar la iglesia de Dios y su misión en el mundo.
En la iglesia Saddleback, tenemos un grupo de ejecutivos y dueños de negocios que
están tratando de ganar la mayor cantidad posible de dinero para expandir el reino de Dios.
Lo animo a que hable con su pastor y que empiece un grupo de Edificadores del Reino en su
iglesia. Para más ayuda vea el apéndice 2.
Los siervos piensan en su trabajo, no en lo que otros están haciendo. No se comparan,
critican o compiten con otros siervos o ministerios. Están demasiado ocupados haciendo
el trabajo que Dios les ha dado.
La competencia entre los siervos de Dios es ilógica por muchas razones: todos estamos
en el mismo equipo; nuestra meta es que Dios se vea bien, no nosotros mismos; hemos sido
dados diferentes tareas; y todos hemos sido moldeados de una manera única. Pablo dijo, “No
nos compararemos a otros como si uno de nosotros fuera mejor y el otro peor. Tenemos cosas muchísimas
más interesantes que hacer con nuestras vidas. Cada uno de nosotros es un original.” 10
No hay lugar para celos infantiles entre los siervos. Cuando está ocupado sirviendo,
no tiene tiempo para criticar. Todo el tiempo usado en criticar a otros es tiempo que puede
ser usado para ministrar. Cuando Marta se quejó a Jesús que María no le estaba ayudando
con su trabajo, perdió su corazón de sierva. Los siervos genuinos no se quejan de lo inmerecido,
no se llenan de autocompasión y no se resienten de aquellos que no quieren servir. Simplemente
confían en Dios y siguen sirviendo.
No es nuestro trabajo evaluar a otros siervos del Señor. La Biblia dice, “¿Quién eres tú
para criticar el siervo de otro? El Señor determinará si su siervo ha sido exitoso.”11 Tampoco es nuestro
trabajo defendernos de la crítica. Deje que su Señor maneje eso. Siga el ejemplo de Moisés,
que mostró verdadera humildad ante su oposición, así como también lo hizo Nehemías, cuya
respuesta a sus críticos fue simplemente, “Mi trabajo es demasiado importante para que lo pareahora y... que los visite.” 12
Si sirve como Jesús, puede esperar ser criticado. El mundo, e incluso gran parte de la
iglesia, no entiende lo que Dios valora. Uno de los actos de amor más bellos demostrado a Jesús
fue criticado por los discípulos. María tomó la cosa más valiosa que poseía, un perfume
caro, y lo derramó sobre Jesús. Su servicio extravagante fue llamado “un desperdicio” por los
discípulos, pero Jesús lo llamó “significativo” 13 y eso era todo lo que importaba. Su servicio
para Cristo nunca es desperdiciado, no importa lo que otros digan.
Los siervos basan su identidad en Cristo. Porque recuerdan que son amados y aceptados
mediante la gracia, los siervos no tienen que probar lo que valen. Voluntariamente
aceptan trabajos que gente insegura consideraría debajo de la dignidad de ellos. Uno de los
ejemplos más profundos de servir con un autoconcepto seguro es cuando Jesús le lavó los
pies a sus discípulos. Lavar los pies era el equivalente a ser un lustradador de zapatos, un
trabajo sin status. Pero Jesús sabía quién era y por lo tanto, ese trabajo no afectó su concepto
de sí mismo. La Biblia dice, “Jesús sabía que el Padre había puesto todas las cosas bajo su poder, y
que había venido de Dios... entonces se levantó de la cena, se quitó su manto y se ciñó una toalla a la
cintura.”14
Si va a ser un siervo, tiene que consolidar su identidad en Cristo. Sólo las personas seguras
de sí mismas pueden servir. Las personas inseguras siempre andan preocupadas de
cómo lucen a otros. Temen que se descubrirán sus debilidades y se esconden bajo capas de
orgullo protectivo y de pretensiones. Cuanto más inseguro sea, más querrá que otros le sirvan
y más necesitará la aprobación de otros.
Henri Nouwen dijo, “Para que podamos servir a otros, tenemos que morir a ellos; esto
es, tenemos que dejar de medir nuestro significado y valor con la regla de medir de otros...
así nos hacemos libres para ser compasivos.” Cuando basa su valor y su identidad en su relación
con Cristo, es libre de las expectaciones de otros, y eso le permite verdaderamente servirlos
mejor.
Los siervos no necesitan cubrir las paredes de su casa con placas y premios para validar
su trabajo. No insisten en que sean llamados por títulos, y no se cubren con túnicas de
superioridad. Los siervos encuentran los símbolos de status innecesarios, y no miden su valor
por sus logros. “Puede que se alaben, pero la única aprobación que cuenta es la aprobación del Señor.”
15
Si alguien tuvo la oportunidad en su vida de hacer alarde de sus conexiones y de mencionar
nombres, fue Santiago, el medio hermano de Jesús. El tenía las credenciales de haber
crecido con Jesús como su hermano. Sin embargo, en la introducción de su carta, el simplemente
se refirió a sí mismo como “un siervo de Dios y del Señor Jesucristo.” 16 Cuanto más íntimo
sea con Jesús, menos necesitará promocionarse.
Los siervos piensan en el ministerio como una oportunidad, no como una obligación.
Disfrutan de ayudar a las personas, de satisfacer necesidades y de hacer su
ministerio. Sirven al Señor con gozo. 17 ¿Por qué sirven con gozo? Porque aman al Señor,
porque están agradecidos por su gracia, porque saben que servir es el mejor uso de la vida y
porque saben que Dios ha prometido una recompensa. Jesús prometió, “El Padre honrará y
recompensará al que me sirva.”18 Pablo dijo, “El no olvidará lo duro que han trabajado por él y cómo
han mostrado a él su amor al cuidar de otros cristianos.” 19
Imagínese qué pasaría si tan sólo 10 por ciento de todos los cristianos en el mundo tomaran
en serio su papel de siervos genuinos. Imagínese todo el bien que se podría hacer. ¿Está
dispuesto a ser una de estas personas? No importa cuál sea su edad, Dios lo usará si empieza
a actuar y a pensar como un siervo. Albert Schweitzer dijo, “Las únicas personas felices
son aquellas que han aprendido a cómo servir.”
Día treinta y cuatro
Pensando En Mi Propósito
Un Punto Para Reflexionar: Para ser un siervo tengo que pensar como un siervo.
Un Versículo Para Recordar: "La actitud de ustedes debe ser igual a la de Cristo Jesús." Filipenses
25 (NIV)
Una Pregunta Para Considerar: ¿Estoy generalmente más interesado en ser servido que en
encontrar maneras de servir a otros?
Notas
1. 2 Crónicas 25: 2 (NRSV).
2. Filipenses 2: 4 (Msg).
3. Filipenses 2: 7 (GWT).
4. Filipenses 2: 20-21.
5. Mateo 5:41 (Msg).
6. 1 Corintios 4: 1 (NJB).
7. 1 Corintios 4: 2 (TEV).
8. Lucas 16: 13 (NIV).
9. Lucas 16:11 (NIV).
10. Gálatas 5: 26 (Msg).
11. Romanos 14: 4 (GWT).
12. Nehemías 6: 3 (CEV).
13. Mateo 26: 10 (Msg).
14. Juan 13: 3-4 (NIV).
15. 2 Corintios 10: 18 (CEV).
16. Santiago 1: 1.
17. Salmo 100: 2 (KJV).
18. Juan 12:26 (Msg).
19. Hebreos 6: 10 (NLT).
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