lunes, 4 de febrero de 2013

Su vida, nuestra vida

Caminar cerca de Dios es más maravilloso de lo que usted pudiera imaginar, pero eso no quiere decir que sea imposible. Aquí tiene un consejo: Tiene que buscar al Señor.
por Charles F. Stanley
¿Cómo describiría usted su relación con el Señor? ¿Está Él primero que todo en sus pensamientos y en sus afectos, o se pregunta cómo puede alguien alcanzar tanta devoción para un Dios invisible? ¿Lo conoce de manera personal, o es Él simplemente un concepto lejano, vago? El Señor no quiere que usted ignore quién es Él. De hecho, Dios desea tener una relación personal y significativa con usted, que trascienda a todas las demás en profundidad y riqueza.
Pero para iniciar esta clase de relación con Dios, debemos entender que Dios es una persona. Muchos creyentes enfocan la vida cristiana a un nivel conductual. Van a la iglesia, leen su Biblia, ayudan a los demás, dan generosamente y tratan de ser lo mejor posible, pensando que están haciendo lo que Dios quiere. Aunque todas estas prácticas son beneficiosas, no son suficientes. Él desea para nosotros más que conocimiento y buena conducta. Quiere que lo conozcamos a través de una experiencia personal.
Usted nunca conocerá a Dios de verdad escuchando solamente predicaciones. Incluso, la lectura de la Biblia por sí sola no logrará este objetivo. Aunque las Sagradas Escrituras son la verdad fundamental y la base para confirmar quién es Dios, relacionarse con Él no es posible a menos que Él mismo se revele a nosotros en las experiencias de la vida. Esto significa que debemos estar dispuestos a pasar por dolores y dificultades, porque algunos aspectos de su naturaleza solo pueden entenderse por medio del sufrimiento. Por ejemplo, ¿cómo podríamos saber que Él es nuestro Consolador (2 Cor 1.3, 4) sin llegar a experimentar tristeza ni dolor? Aquellos que están dispuestos a caminar fielmente con el Señor en medio del fuego de la aflicción, llegan a conocerlo de una manera más profunda, y son capaces de hablar con autoridad acerca del carácter de Él, pues han experimentado su fidelidad.
Lo más importante de la vida cristiana no es la búsqueda de nuestro bienestar. Es la búsqueda del Dios todopoderoso y soberano del universo, que nos ama tanto que está dispuesto a revelarse a sí mismo de una manera muy personal. Cada uno de nosotros tiene una alternativa: ¿Vamos a invertir nuestras vidas en la búsqueda del conocimiento del Señor, o desperdiciaremos la oportunidad viviendo para nosotros mismos?
Dios lleva a cabo su obra por medio de quienes lo conocen.
Las personas más fructíferas en el reino de Dios son las que tienen una relación personal con Él. Es así, porque el Señor puede cumplir su voluntad y sus propósitos por medio de ellas. Puesto que conocen al Señor íntimamente, entienden sus caminos y han experimentado su fidelidad, están dispuestas a obedecerlo incondicionalmente. Quienes no lo conocen muy bien, tienden a tener un menor nivel de compromiso, y prefieren hacer lo que a ellos les plazca.
Conocer a Dios estrechamente es un proceso.
Después de recibir a Cristo como Salvador, probablemente a todos nos gustaría disfrutar de inmediato de una relación estrecha con Él, pero esto no es algo que sucede rápidamente. Como ocurre con cualquier relación humana, la intimidad requiere de tiempo para desarrollarse. Jesús inicia este proceso con nosotros, como lo hizo con sus discípulos. Después de escoger los doce hombres, los llamó a seguirle. Luego, cada uno tuvo que responder a su invitación. A lo largo de tres años, Jesús se reveló a sí mismo y también les reveló a su Padre mientras lo acompañaron. De la misma manera, Dios nos invita a cada uno de nosotros a iniciar una relación cercana con Él. Cuando aceptamos su invitación, el Señor comienza de inmediato a revelarse a sí mismo y a manifestar sus caminos para establecer esa relación.
Inmediatamente después de ser salvo, sentía que Dios quería hacer algo en mi vida, aunque no tenía la más mínima idea de cómo sería. Cuando comencé a leer la Biblia no podía entenderla, pero Dios conocía mi corazón y estaba usando su Palabra para que dirigiera mi mente hacia Él. Con el paso de los años, he visto cómo Él ha obrado en mi vida por medio de problemas y situaciones difíciles de todo tipo. Durante esos tiempos de total impotencia y de absoluta dependencia del Señor, Él estaba profundizando mi relación con Él, a pesar de que todavía no me había dado cuenta de eso.
Hay todo un mundo de oportunidades para relacionarse con el Señor que está al alcance del creyente; pero, lamentablemente, muchos nunca lo han experimentado. A pesar de que asisten a la iglesia, leen la Biblia, y hacen sus peticiones a Dios, nunca sienten una conexión personal con Él. ¿Cómo es la relación que usted tiene con Dios? No importa dónde se encuentre usted en su vida espiritual, nunca es demasiado tarde para crecer más en Cristo.
¿Qué se necesita para relacionarse estrechamente con Dios?
Aunque el Señor es quien inicia y crea una relación con nosotros, Él nos pide que participemos en el proceso. La intimidad no es una actividad unilateral. El Señor puede bombardearnos con revelaciones de sí mismo, pero si somos indiferentes no le veremos ni le escucharemos. Para desarrollar una relación estrecha con Dios necesitamos lo siguiente:
  • Tiempo. Tenemos que estar dispuestos a apartar tiempo para encontrarnos con el Señor cada día. Además, necesitamos paciencia porque una relación estrecha tarda años en desarrollarse. Si estamos apenas empezando el proceso, no podemos esperar tener la misma clase de relación de alguien que ha caminado muy de cerca con el Señor durante cincuenta años.
  • Compartir. Puesto que el egoísmo puede perjudicar esta relación, debemos entregarnos al Señor, sin reservar para nosotros ningún aspecto de nuestra vida; y eso incluye nuestros sueños, metas, familia, amistades y finanzas.
  • Escuchar.La comunicación es esencial en cualquier relación. El Señor tiene mucho que decirnos, tanto en su Palabra como por medio de la convicción del Espíritu Santo. Es por eso que tenemos que escuchar su voz de manera diligente a lo largo del día.
  • Atención. Dios siempre está atento a nosotros, pero las responsabilidades, las preocupaciones y los placeres de la vida en este mundo nos distraen fácilmente. Relacionarnos con Dios requiere pasar tiempo a solas con Él, así como una toma de conciencia de su presencia en cada una de las situaciones que enfrentemos.
  • Sinceridad. La transparencia es indispensable en una relación. Se requiere poder ser sincero libre del temor a la condenación. Ocultarle al Señor nuestra debilidad o tratar de excluirlo de ciertas partes de nuestra vida nunca funcionará, porque Él ya lo sabe todo. La confesión es un privilegio que nunca debe ser evitado por causa del orgullo.
  • Confianza. Sin confianza, no puede haber intimidad. A veces, la desconfianza de Dios es el resultado de la falta de comprensión de sus caminos y propósitos. Es por eso que la lectura de la Biblia es tan importante. Necesitamos saber lo que Él dice acerca de sí mismo y de sus actos. Una vez que eso esté anclado firmemente en nuestras mentes, podremos ver cómo Él trabaja en nuestra vida y descubrir que Él es siempre fiel.
  • Amor. A medida que crezcamos en el conocimiento del Señor, y experimentemos el amoroso cuidado que tiene de nosotros, lo amaremos más. En vez de ser una deidad distante, Él se convertirá en el objetivo principal de nuestra devoción.
La persona a quien Dios se acerca.
El Señor desea relacionarse con todos nosotros, pero la condición de nuestro corazón determinará si ocurre o no. Si somos indiferentes en cuanto a nuestra relación con Dios, no tenemos un corazón para Él. Pero el Señor puede establecer una relación estrecha con quienes desean andar en sus caminos y hacer su voluntad. Esto no quiere decir que nunca tropezarán, sino más bien que el enfoque de ellos será siempre en el Señor, y el vivir de una manera agradable a Él.
Otro requisito para la clase de relación íntima que hemos estado considerando, es una vida rendida (Mr 8.34, 35). Quienes están dispuestos a ceder el control de sus vidas al Señor, demuestran con su sometimiento que, más que cualquier otra cosa, anhelan tener una relación más profunda con Él. Están dispuestos a pasar por todo lo que sea necesario, para conocer mejor a Dios y amarlo plenamente.
Si usted está dispuesto a entregarse por completo al Señor, Él se entregará fielmente a usted. La vida de Él se convertirá en su vida, una vida de paz, consuelo, gozo y amor. De eso se trata el tener una relación con Dios. Esta clase de relación permanente será costosa, pero le aseguro que una vez que haya probado su fruto, comprenderá que valió la pena cualquier sacrificio.

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