"Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque
la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado
y de la muerte." Romanos 8:1-2
No importa lo que hayas hecho, en Cristo no hay condenación. Él se sienta a la diestra del Padre, no como un acusador, sino como un defensor dispuesto a dar su vida por ti, pero debes ser su discípulo.
Dios comenzó el trabajo para traerte de vuelta a su presencia mucho antes de que tú nacieras. Dios sabe que no tienes la fuerza para hacer el viaje a casa por tu propia cuenta, así que mientras "éramos débiles" Cristo murió por ti. (Romanos 5:6)
Jesús nos pide que "aprendamos misericordia y no sacrificios" (Mateo 9:13). Su objetivo es traerte de vuelta a la intimidad con el Padre, pero debes esforzarte en aprender de él por medio de La Palabra de Dios, así que no te esfuerces en "saltar por aros de fuego" para demostrar que eres digno o para ganar la gracia de Dios. Solo a través de Jesus puedes hacerlo. "Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6)
Imagínate a Jesús diciendo: "Estas cosas que ofreces hacer y las promesas que deseas hacer a cambio de tu perdón, son sólo ofrendas que te ayudarán a deshacerte de tu culpabilidad, pero seguirás esclavo del pecado. Prefiero darte el perdón y la gracia como un regalo !acepta a mi hijo como ese regalo!; Misericordia quiero y no estos sacrificios que te hacen poner tu esperanza de perdón en un lugar equivocado creyendo que así te amaría más. ¡Nunca he dejado de amarte!"
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" Juan 3:16
"Además, no puedes lavar todas las manchas. Así pues, deja que lo haga por ti. Mi sangre será el blanqueador para lavarte blanco como la nieve, y mi Espíritu empezará a vivir directamente en tu corazón."
Ahora envueltos en Cristo, no encontramos ninguna condena y somos capaces de acercarnos "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro." Hebreos 4:16.
Cuando sientes condenación que viene hacia ti como un torrente furioso, párate (y permanece) sobre la Roca, quien dijo: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más “Juan 8:11b.